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Carta a las Brasileñas y Brasileños en defensa del Estado Democrático de Derecho

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En Agosto de 1977, durante las conmemoraciones del sesquicentenario de fundación de los cursos jurídicos en Brasil, el Profesor Goffrefo da Silva Telles Junior, maestro de todos nosotros, leyó, en el territorio libre del Largo de San Francisco, la “Carta a los Brasileños”, en la que denunciaba la ilegitimidad del Gobierno militar de entonces y el estado de excepción en el que vivíamos. Conclamaba, también, al reestablecimiento del Estado de Derecho y a la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente.

La semilla plantada produjo frutos. Brasil superó la dictadura militar. La Asamblea Nacional Constituyente rescató la legitimadad de nuestras instituciones, reestableciendo el Estado Democrático de Derecho, con la prevalencia del respeto a los derechos fundamentales.

Tenemos los tres poderes de la República, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, todos independientes, autónomos y con el compromiso de respetar y garantizar el cumplimiento del pacto mayor, que es la Constitución Federal.

Bajo el manto de la Constitución Federal de 1988, a punto de completarse su 34º aniversario, pasamos por elecciones libres y periódicas, en las que el debate político sobre los proyectos para el País siempre fué democrático, recayendo la decisión final sobre la soberanía popular.

La lección de Goffredo está estampada en nuestra Constitución: “Todo el poder emana del Pueblo, que lo ejerce através de sus representantes electos, o diretamente, conforme lo previsto en esta Constitución”.

Nuestras elecciones, con el sistema electrónico de verificación de votos, ha servido de ejemplo a todo el mundo. Tuvimos varias alternancias de poder, con respeto al resultado de las urnas y transición republicana de Gobierno. Las urnas electrónicas resultaron ser seguras y confiables, así como la Justicia Electoral.

Nuestra democracia creció y maduró, aunque aún hay mucho por hacer. Vivimos en un país de profundas desigualdades sociales, com deficiências en servicios públicos esenciales, como salud, educación, viviendas y seguridad pública. Tenemos mucho que caminar en el desarrollo de nuestras potencialidades económicas de manera sostenible. El Estado se muestra ineficiente delante de sus innúmeros desafíos. Demandas por un mayor respeto e igualdad de condiciones en matéria de raza, género u orientación sexual aún están lejos de ser atendidas con la debida plenitud.

En los próximos dias, em médio de estos desafíos, empezará la campaña electoral para renovación de los mandatos de los legislativos y ejecutivos de los Estados y de la esfera federal. En este momento, debería darse el ápice de la democracia, con la disputa entre los varios proyectos políticos, con el objetivo de convencer el electorado de la mejor propuesta para los rumbos del País en los próximos años.

En lugar de una fiesta cívica estamos pasando por un momento de inmenso peligro para la normalidade democrática, de riesgo para las instituciones de la República e insinuaciones de desobediencia al resultado de las elecciones.

Ataques sin fundamento y desacompañados de pruebas ponen en duda la veracidad del proceso electoral y el Estado Democrático de Derecho, tan duramente conquistado por la sociedad brasileña. Son intolerables las amenazas a los demás poderes y sectores de la sociedad civil y la incitación a la violência e a la ruptura del orden constitucional.

Asistimos recientemente a diatribas autoritárias que pusieron en riesgo la secular democracia norteamericana. Allá las intentonas de desestabilizar la democracia y la confianza del pueblo en la seguridad de las elecciones no tuvieron éxito. Aquí tampoco lo tendrán.

Nuestra consciencia cívica es mucho mayor de lo que imaginan los adversários de la democracia. Sabemos dejar a um lado las divergências menores en beneficio de algo mucho mayor, que es la defensa del orden democrático.

Imbuidos del espíritu cívico que sustentaba la “Carta a los Brasileños” de 1977 y reunidos en el mismo território libre del Largo de San Francisco, independientemente de la preferencia electoral o partidária de cada uno, pedimos a las brasileñas y brasileños que se mantegan em alerta en la defensa de la democracia y del respeto al resultado de las elecciones.

En el Brasil de hoy no hay más espacio para retrocesos autoritários. Dictadura y tortura pertenecen al passado. La solución de los inmensos desafíos de la sociedad brasileña pasa necesariamente por el respeto al resultado de las elecciones.

En vigília cívica contra los intentos de rupturas, clamamos al uníssono:

Estado Democrático de Derecho Siempre!!!


Traducción: Ignácio Maria Poveda Velasco, Profesor de Historia del Derecho en la Facultad de Derecho de la USP